En los últimos años, uno de los temas más discutidos en el campo de la salud y la longevidad ha sido el “inflammaging”. Este término, resultado de la combinación entre “inflamación” y “envejecimiento”, hace referencia a la inflamación crónica y de bajo grado que ocurre en el cuerpo de manera sostenida a lo largo de los años. Es un proceso natural vinculado al envejecimiento, pero que puede verse exacerbado por factores ambientales, emocionales y dietéticos.
Desde la Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), el enfoque sobre el inflammaging es integral. No solo miramos la inflamación como una respuesta local del cuerpo,
sino como una interacción entre el sistema inmunológico, el sistema nervioso, las hormonas y el estado emocional.
¿Qué es el inflammaging?
El inflammaging es una inflamación crónica y leve que no se activa como respuesta a una agresión aguda externa, como podría ser una infección, sino que está presente
de manera persistente en el cuerpo. Este tipo de inflamación es “silenciosa”, ya que no siempre produce síntomas visibles a corto plazo, pero con el tiempo puede
desencadenar patologías degenerativas como enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas, como la diabetes tipo 2.
¿Por qué ocurre el inflammaging?
Con el paso del tiempo, nuestro sistema inmunológico se va desgastando. Esto genera una constante producción de moléculas pro inflamatorias que, en lugar de
protegernos, comienzan a “atacar” nuestros propios tejidos. Factores como el estrés crónico, la mala alimentación, la falta de sueño y el sedentarismo contribuyen a este fenómeno.
Enfoque del inflammaging
Desde la perspectiva de la PNIE, entendemos que el inflammaging no es solo un problema inmunológico. El sistema nervioso, el eje hormonal y la microbiota
intestinal juegan un papel fundamental en la regulación de este proceso inflamatorio crónico. Por ejemplo:
• Estrés crónico: Aumenta la producción de cortisol, lo que a su vez puede alterar la respuesta inmune y favorecer la inflamación.
• Disbiosis intestinal: Un desequilibrio en la microbiota puede promover la inflamación crónica a través del eje intestino-cerebro.
• Alteraciones hormonales: La menopausia o andropausia pueden agravar este estado inflamatorio.
Estrategias para combatir el inflammaging
1. Alimentación antiinflamatoria: Incorporar alimentos ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, que ayudan a reducir la inflamación sistémica.
2. Gestión del estrés: Técnicas como la meditación, yoga o la acupuntura pueden reducir los niveles de cortisol y regular el sistema inmunológico.
3. Mejorar la calidad del sueño: Dormir bien es esencial para la regeneración celular y la reducción de la inflamación. Prioriza rutinas de sueño y
evita el uso de pantallas antes de dormir.
4. Ejercicio físico moderado: El movimiento regular ayuda a reducir marcadores inflamatorios y mejora la función inmunológica.
5. Optimización de la microbiota: Probióticos, prebióticos y una dieta rica en fibra contribuyen a mantener un intestino sano y, por tanto, una menor carga inflamatoria.
6. Atender la crononutrición: es decir hay que comer en las horas diurnas que es cuando nuestro sistema digestivo está más activo y hacer pausas digestivas de
un mínimo de 12 horas nocturnas para favorecer el trabajo del sistema inmune. El objetivo es abordar la inflamación crónica desde todos los ángulos posibles, entendiendo que la salud es un equilibrio entre lo físico, lo mental y lo emocional. La clave para envejecer saludablemente no solo radica en evitar enfermedades graves, sino en cuidar los pequeños procesos que, como el inflammaging, pueden minar nuestro bienestar sin que lo notemos.
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