El aceite de palma es el más utilizado en el mundo. Los mediterráneos somos muy afortunados porqué consumimos habitualmente uno de los mejores aceites (si no el mejor) es el aceite el de oliva considerado como una grasa buena monoinsaturada, otras de la misma familia son el de girasol, de colza, de sésamo, lino. Todas ellas con grandes propiedades nutricionales.
No obstante, todas las grasas no son saludables, las llamadas saturadas perjudican nuestra salud entre ellas están con distintos porcentajes de saturación el aceite de soja, la manteca de cerdo, las margarinas y el aceite de palma. Ellas son culpables del aumento exagerado de colesterol, por ende, de las enfermedades cardiovasculares, el aumento exagerado de peso…
Uno de los más perjudiciales es el famoso aceite de palma cuya composición contiene entre un 40-48% de aceite palmítico que es su parte saturada.
El problema más grave sobreviene por el tratamiento de esta serie de aceites que se transforman a altas temperaturas, otorgándoles unas características carcinógenas y genotoxicas.
Es habitual la transformación de este aceite puesto que es necesario este proceso para eliminar su color rojizo y dotarles de mejor color u sabor.
La OMS y otras instituciones mundiales ya alertan sobre el consumo de este tipo de aceites haciéndose eco de una precaria salud mundial.
El caso del aceite de palma está revolucionando a buena parte de la opinión pública.
Últimamente se han hecho grandes campañas desprestigiando su consumo.
El fruto de la palma africana se ha convertido en la materia prima idónea y barata para la producción de bollería industrial, cremas, coberturas, chips, aperitivos, jabones detergentes…y es que este aceite es más económico que las mantequillas y otros aceites. Datos ofrecidos por la OCU.
No solo es nefasto para nuestra salud, también lo es para el medioambiente.
Las plantaciones de aceite de palma se han extendido a través de las selvas de América del Sur, África, etc., pero dónde más impacto existe es en Asia, en países tales como Indonesia, Malasia, debido a la gran destrucción de los bosques y la selva tropical, dónde se provocan enormes cantidades de emisiones de CO2 a la atmosfera.
Esta destrucción desplaza a los indígenas y a pueblos enteros, además de aniquilar su flora y fauna que dependen exclusivamente de los bosques para sobrevivir.
En 2014 entró en vigor un reglamento Europeo 1169/2011 que obliga a los fabricantes a etiquetar el contenido de los alimentos, pero muchos de ellos los disfrazan con otros nombres como grasa vegetal fraccionada o hidrogenada de palmiste, aceite de palmiste, manteca de palma, estearina de palma, palmoleina, oleína de palma o elaeis quineensis.
Está en nuestra mano detener esta creciente deforestación y ser conscientes que este aceite se convierte en un veneno consumido lentamente.