El mes de abril de 2019, acude a mi consulta una mujer de 52 años con afonía desde hace 4 años. Viene después de recorrer varias consultas de especialistas para saber el origen de su malestar y seguir su tratamiento médico.
Su periplo empieza el año 2016, con una primera consulta al servicio de medicina interna por un dolor de garganta, afonía y según refiere tiene “la garganta como un lija”. Se le prescribe paracetamol (antiinflamatorio oral) y omeprazol (inhibidor de la bomba de protones).
Al no sentir mejoría, acude de nuevo al mes de su primera cita y se le receta lexxema (corticoides) y deripril (antibiótico) y flumill (fluidificador oral).
Unos meses más tarde siente un bulto en la garganta, persistiendo la afonía.
Se la deriva al servicio de ORL y se pide un estudio ecográfico de la garganta, donde se halla un bocio leve multinodular y poliquístico.
Posteriormente se procede a realizar un PAAF que es una punción evacuadora del bulto de la garganta, disminuyendo significativamente el tamaño de este.
El análisis de anatomía patológica, determina que no hay malignidad.
Los análisis de sangre tiroideos son normales, teniendo unos valores de TSH 1.30, T4 9,2 triyodotiroxina 0,8.
La paciente sigue con afonía.
En enero de 2017 se presenta de nuevo al médico de medicina interna por una epigastralgia y palpitaciones, esta vez se le indica lexatín (benzodiazepina) y omeprazol.
El dolor de estómago remite.
En enero del 2019 vuelve a ver a su doctor para comunicarle que persiste su afonía y en esta ocasión se le receta ebastel forte flas (antiestamínico).
A los quince días no nota mejoría y su médico la deriva al servicio de logopedia.
Este es el historial médico de esta mujer hace ya cuatro años.
Los avances no tienen el resultado esperado y es cuando decide llamarme.
M.L., cuando llega a mi consulta recomendada por una paciente que había tratado del Síndrome de Sudeck, contemplo a una mujer desesperada, sin voz, hablando entre susurros.
Al recopilar todos los datos y, especialmente, indagar en su estado emocional, la mujer empieza a llorar con mucho sentimiento.
Al momento se empieza a tranquilizar y su voz sube el tono. Tanto ella como yo estamos sorprendidas, sin embargo sigo con la exploración en la camilla y le hago un diagnóstico energético, es decir llego a un síndrome, que es así como le denominamos en medicina tradicional china, a un diagnóstico.
Le coloco la acupuntura y al retirarle las agujas M. L. ya habla con un tono de voz normal.
He estado trabajando la energía del pulmón y el maestro corazón, además de reducir la humedad de su cuerpo, puesto que el diagnóstico de su lengua me confirmaba exceso de humedad en su cuerpo.
La he tratado con oligoterapia, antiinflamatorio natural.
He trabajado también con alimentación natural apoyándola con el coaching nutricional para que pueda hacer algunos cambios en su nutrición diaria, informándole de los alimentos que le son más beneficiosos para su salud.
Tan solo hemos necesitado cuatro citas para dar el alta por mi parte a M. L.
Debo decir que ella era totalmente escéptica a la medicina complementaria o mal llamada alternativa. A pesar de ello, dice que estará eternamente agradecida, porque su problema se ha solucionado con algunos cambios de hábitos, aportando algunos complementos naturales que he testado con kinesiología, contemplando sin duda la parte emocional que no había sido revisada a lo largo de estos últimos años en ningún momento y, por último, desbloqueando su cuerpo con la acupuntura.
Gracias M. L. por confiar en mí.
*Las técnicas que trabajo en mi consulta no sustituyen nunca el tratamiento médico alopático*