Puede ser que te hayas preguntado cómo te afectan las sustancias químicas de los alimentos a nuestro cuerpo, la verdad es que existe una preocupación cada vez más latente.
La contaminación medioambiental por los vertidos químicos industriales en los mares y los ríos que luego bañan las tierras, son altamente tóxicos, algunos de ellos son el mercurio y el arsénico. A eso le sumamos pesticidas, abonos, hormonas, antibióticos, conservantes, colorantes…. cuya finalidad es preservar la masiva producción de cereales, carne, lácteos, verduras y frutas, y hacer así rentable un magnífico negocio a costa de la salud humana.
Sin embargo esta exposición de sustancias químicas presentes en las comidas está totalmente permitida por los organismos gubernamentales tales como la FDA o la OMS entre otros.
Aún así AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimenticia y Nutrición), la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) e incluso la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomiendan reducir el consumo de algunos alimentos.
Se sabe que la acumulación de metales pesados como mercurio, cadmio, plomo y arsénico produce alteraciones neurológicas y afectas al sistema inmunológico debilitándolo. Así como las hormonas que se inyectan a los animales de sistemas de producción intensiva alteran el equilibrio hormonal humano. Además, la administración de antibióticos a los animales hace que nos hagamos resistentes a ellos, y que los colorantes y aditivos tienen que ver con el TDHA (trastorno de déficit de atención) bastante común hoy en día.
Todos esos subproductos de la naturaleza no los reconoce nuestro organismo, por lo tanto tiene que hacer grandes esfuerzos para mantener a raya sus efectos adversos gracias al sistema inmunológico. Manteniendo también las vías de eliminación en un estrés añadido.
No es casual que en las últimas décadas se den más casos de alergias, de enfermedades autoinmunes, de cáncer y muchos trastornos.
Como consumidor consciente puedes hacer algo al respeto:
-Consume alimentos orgánicos de producción ecológica.
-Compra productos locales, evita la contaminación medioambiental por transporte y conservación.
-Escoge envases de cristal o cerámica, no de plástico.
– Reduce el consumo de carne para ahorrar costes en agua y cereales, todo ello contribuye a disminuir la deforestación de las selvas. Si la consumes que sea de pasto.
– El pescado que sea pequeño y no de piscifactoría.
-Los huevos ecológicos.
-Si no puedes consumir ecológico limpia bien las verduras y frutas, las que puedas pelarlas. En la piel es dónde hay mayor concentración de químicos.
-Los cereales lávalos. Esa agua no la deseches, riega las macetas.
-Los productos de limpieza que sean ecológicos o aprende a hacerlos en casa, recuerda que todo acaba en la tierra dónde se cultivan nuestros alimentos.
-Recicla, responsabilízate de tus residuos.